La almorta y la posguerra.
La almorta fue tanto en los años siguientes a la Guerra de la Independencia como en la posguerra que siguió a la Guerra Civil Española uno de los alimentos que salvó del hambre a mucha gente desfavorecida en esos años de penuria. Sin embargo, el consumo continuado de almorta o de gachas hechas a partir de harina de almorta, provocan la enfermedad conocida como latirismo. La enfermedad llegó a alcanzar tales proporciones que se prohibió el consumo de almorta en 1944. En cualquier caso la almorta se ha ido consumiendo aunque en mucha menor proporción.
La almorta también se conoce como alverjón, arvejo cantudo, arvejote, bicha, cicércula, diente de muerto (por su forma), guija, muela, pedruelo, pinsol, pito, o tito... El latirismo se inicia, en ocasiones, en forma relativamente aguda con dolor, parestesias y paresia de las extremidades inferiores, instalándose una paraparesia con espasticidad, hiperreflexia tendínea y reflejos plantares extensores, es decir lo propio de una paraparesia o paraplejia espástica, con una marcha “en tijeras”. En otras ocasiones se instala una gradual paraperesia espástica y posteriormente se agrega parestesias, hipostesia, alteraciones esfinterianas y disfunción eréctil.
Ya a finales del siglo XVIII hay testimonios de fallecimientos a cause de latirismo en poblaciones como Almansa donde la almorta era consumida en abundancia por los menos pudientes. Goya reflejó en uno de sus grabados de la serie "Desastres de la guerra" el consumo de almorta en la hambruna de 1811. Entre 1941 y 1944 donde una vez más se volvieron a consumir cantidades significativas de almorta, aparecieron focos de latirismo en numerosas zonas del país. En esta ocasión la enfermedad fue objeto de estudios minuciosos por parte de los doctores López Ibor, Oliveras, Ley, E. de Salamanca y, sobre todo, Jiménez Díaz.
Este no es un problema nuevo y desconocido. Se tiene constancia del uso de la almorta hace cuatro mil años en la India y se sabe de sus efectos nocivos por primera vez en el siglo IV a.C. cuando el galeno hindú Susruta ya preconizaba que "Cuando hay un temblor al caminar, se cojea y cuando la organización de las articulaciones se afloja, se le conoce como Kalayakhanja". También se tiene constancia del mal en occidente por medio de Hipócrates (460-355 a.C.) cuando preconizaba que la ingestión de ciertas semillas de leguminosas puede causar parálisis al consumirlas. En el año 595 otro galeno, Ain-i-Akbari, en su obra Abul Fazal dice lo siguiente: 'Kisari es el nombre de un garbanzo o lenteja, que comen los pobres, pero no es sana'.
Los primeros estudios serios que se hicieron de esta enfermedad se les deben a los médicos ingleses que trabajaron en la India colonial, lugar donde era endémica la enfermedad como consecuencia de la costumbre de hacer los pagos en especias, en concreto con esta leguminosa. Tan importante era esta enfermedad en la India que se estimaba que la padecía un 4% de la población en el año 1861, construyéndose el primer lugar para tratar la enfermedad al norte de la India, en Allahabad, que se llamó Asilo de Tullidos de Mejah.
Entre 1859 y 1868 el doctor James Irving estudió a fondo la enfermedad en la India y es curioso destacar estas interrogantes que presentaba: 'Es sorprendente que miles de personas, que sabiendo que cierto grano les puede dejar con lesiones en las piernas, lo sigan comiendo. ¿Es esto debido a que están obligados a comer ese veneno o morirse de hambre? ¿Acaso no hay otro grano que se pueda cultivar exitosamente en las zonas afectadas por latirismo? ¿Si hay problemas, verdad que se pueden solucionar con drenajes y otras formas de mejoramiento del suelo que permitan cultivar otros alimentos menos dañinos? ¿Acaso no hay otras formas para evitar que la gente abandone el consumo de alimento envenenado?'. Pese a estas interrogantes no fue hasta el año 1990, más de un siglo después, cuando los científicos desarrollaron variedades de lathyrus sativus sin peligros de la neurotoxina. Visto lo visto, parece que no aprendemos nunca.
Hoy en día se sabe que lo que antes se conocía como Latirismo son en realidad dos enfermedades distintas, producidas también por sustancias distintas, el Neurolatirismo, que afecta al sistema nervioso central, y el Osteolatirismo, en el que aparecen problemas en huesos y en tejido conectivo.
El Neurolatirismo, que es el más grave y difundido, tiene como consecuencia la paraplejia espástica de las extremidades inferiores, que produce dificultades o casi imposibilidad para caminar. Todavía hoy se produce con cierta frecuencia, de forma epidémica en épocas de escasez, en Etiopía y la India, apareciendo casos de forma ocasional en otros países. Subir
Supersticiones y dichos sobre las habas.
Consideradas alimento afrodísiaco por los romanos, las habas son difíciles de digerir y se consideraba que no se deben comer por las noches pues pueden producir pesadillas. En la Edad Media pensaban que las almas de los muertos vivían dentro y no les dejaban dormir.
El dicho "son habas contadas" para explicar que una cosa es cierta y no da lugar a dudas tiene su origen en las instituciones públicas y en las sociedades secretas en las que se usaban habas pintadas de colores para las votaciones. La expresión hace también referencia a que algo tiene un número fijo y es muy escaso. El decir que "en todas partes cuecen habas" significa que cierta dificultad o inconveniente afecta a todo el mundo.
En el antiguo Egipto las habas estaban plantadas en la zona "Ka" que era un lugar donde las almas esperaban su turno para reencarnarse. En Japón se usan como exorcismo el día 3 de Febrero, cuando se reparten por el suelo de las viviendas para espantar a los malos espíritus. La costumbre de ponerla en el Roscón de Reyes o en el de San Valero la heredamos de los romanos que lo hacían en las fiestas y el que la sacaba era nombrado "rey de la fiesta". El encontrar el haba en el roscón es sin embargo señal de mala suerte ya que significa que esa persona deberá pagar el pastel el año siguiente. Junto con el haba en el roscón se esconde una moneda o una figurita que constituye el regalo favorable. Es probable que el llamar a alguien "tonto del haba" o "tontolaba" tenga el mismo origen.(Recordamos aquí la popular canción de la tuna en que a menudo se cambia el "no te enamores, compostelana" por "no te enamores, tonta del haba") Y finalmente el "¿Y a ti qué te pasa morros de haba? viene de la manera en que los niños ponen cara de enfado mostrando el labio inferior recordando la forma carnosa y arriñonada de las habas. Subir